Panóptica efectividad (Poesía para el posthumano)
Artilugios de las
megaciudades
de adormilada carne
como de grafeno
se mueven sin
cotilleos,
se ausentan,
en el pulido
equilibrio de los metamateriales.
Tan ajenos a Dios,
como adictos al
código de barras,
se revuelven por las
aceras en panóptica existencia
e interconectan su eclética
naturaleza.
Chocan y sus
existencias aglomeran,
diversifican
funciones, aceleran. No sueñan.
Como haces que
por electroimanes se
afectan,
posponen la
cibercabeza
doblegados,
y reflectan
una estoica
condescendencia al sistema.
La individualidad
cae por la vertiente digital
en el ostracismo de las ideas
y su mera
obsolescencia.
Se elevan las
corporaciones metalizadas
que arañan
antroponubes
en el planeta de la
postpandemia,
Las fábricas ya no
duermen,
los vehículos flotan
vertiginosos y jamás se estrellan.
El neón, se actualizó
a insidiosos Leds,
tornó a la noche
fatalmente eléctrica.
Petabytes de
inteligencias artificiales
ordenan, absuelven,
condenan.
Hipérbaton del guante
cruel de una neoexistencia:
“era a su esencia el
humano,
como la máquina, a su
fría fortaleza.”
Por las equinas
difusas,
donde ciertas cámaras
no observan,
recita un
nanotecnológico versículo
el ciborgprofeta,
la directiva de la jornada
es: compartir paquetes de fe
e incrementar la
producción en cadena.