martes, 16 de abril de 2024

 



Antipoesía

 

Antipoesía, una forma molesta, embarazosa y, sin compás, de recombinar palabras; la migración del buen gusto a ciertos estadios trágicos, turbios. En definitiva, un giro de último momento por la cerrada curva de la creatividad.

Proclamo a la antipoesía en esta mañana apagada de picoteados nísperos y laurel sofocado. La veo deambular, desnuda y aterida, sobre el musgo; profundamente vagabunda por el patio del absurdo.

La antipoesía, un objeto confuso para adorar desde los pasillos de la locura; polvo que arrojar al vendaval en el remolino del tiempo. Una epidural descuidada al tuétano del alma.

Antipoesía…

Al leer, tápense los ojos.

 

 

 

Luces del túnel

 

 

Luz blanca en la explanada

subterránea.

Ecos a la distancia amagan

y un fantasma reaparece de azulejo

surcado por irremediables dedos con caca.

Por diarios, entronizada, te hallo

sobre una banca poco convexa,

nada lisa, abollada.

Escupo en tu laxa oreja,

fuente de plegadas parábolas,

malditos versos de un poeta entristecido

y aún más maldito.

Y solo pedos, ¡rajá de acá!, tú me contestas.

El tren marchito, esta vez, no tarda;

como una máquina de mazapán

abre su boca ,

escupe moscas del subterfugio y otras endebles cosas mojadas.

Voy al agujero,

quedas atrás, enrollada,

hecha un ovillo de festichola parda;

arrepentida, quizás, y meada…,

estrafalaria.

 

 

 

Concierto en Caterpillar

 

 

Darío ronca

topadoras por la avenida.

Su panza abandonó la brisa

y su risa, por completo, desencaja.

Se rasca orejas y el mordaz ombligo

y es el manchado espejo

que lo detesta en las mañanas.

Él se mira con franca justeza

a ver, si acaso, ¡despierta!

Ronca Darío

hipopótamos ralos estreñidos

y aguarda por aquel sueño, en vano,

de adelfinadas y ufanadas gacelas tuertas,

que corren elípticas por la sabana,

y las frescas noches de estrepitosas fresas.

Darío ronca

latrocinios de blindados tanques en su siesta;

taxativas, sus entrañas, le molestan.

Su panza abandonó la brisa

y es la camisa que ya no prende

en el paralelo que más le sorprende

de su absurda y abnegada barriga.

Ronca Darío

monolíticos cencerros en la misa,

y judíos, al remate, en Caterpillar.

 

 

 

Misterio

 

 

Que me perdone Juan XXIII

y descanse, eterna, su aura;

pero es la amarga conciencia

que abre las puertas del karma.

El miriñaque del cielo, a la sotana, sostuvo,

si acaso el incubo, repartidor “de la leche”,

profanó las eclesiásticas telas doradas

con la mancha viscosa de la infernal legionaria,

en el devenir de las apócrifas páginas

leídas, boca abajo, en las iglesias paganas

y en cenizas de episcopal ausencia

la fumata negra se ha engullido al Papa.

Quién logre entender, que mande una carta,

siempre hay un listillo revelador de misterios,

para sus ojos de búho y cabeza plana

será, esta poronga, una veritas papa.

 

 

 

Pura vida

 

 

En la cuna de la demencia

mora un bebé demacrado,

perdido en recortes de diarios,

en alfileres de gancho y masilla.

Sus manos, con precintos, sujetas;

torcida, su boca,  una tabla.

Aterciopeladas ratas darán cuenta

de la carne almidonada de blanca

a morada de frió y marchita.

Ataúdes a medida, ¡quién quisiera!

para una muerte de alabastro tan pequeña;

tanto

que no deja, su alma, a la osamenta.

Un despiece de rosarios en la seda,

varios cirios encendidos desvelados,

otros rezos, otras cruces dadas vuelta,

alguna daga que ansiaba ser afilada

y se ha usado

como se usa, mal, la baba negra.                                              

En la cuna de tal corrugada locura,

la paloma, en su desplume, descansa

bien sumida en la noche de las noches,

de procaces maxilares en penumbras

y de efímeras hornallas asfixiadas.

 

 

 

 

El toque

 

 

El tormento es tu caricia aceitosa,

deja marcas de una pena a la rastra,

surcos rancios en mi espalda surcada,

crudos lirios, la dermis, demuestra.

¡Qué me tocas y no me tocas, me desgarras!

Son anclas tus lacerantes uñas,

ancladas en las encarnadas huellas.

Será una canica de pizarra partida,

o será agrio tazón de avena;

será leche de madre yerma,

quizá la cáscara de una larga condena,

mas nuca seré, yo, por tus manos malsanas,

hurtados jirones de voluntades necias.

Perfidia paren tus ojos ambiguos,

llenos de tiras expoliadas mías,

en el plano obtuso de la concupiscencia, 

en el sumun de la tiranía.

Son insidia tus dedos de brea

y caminan,

sarmentosos caminan,

por los valles velludos, caminan;

poseen lo que arrancan,

y segregan.

 

 

 

Caníbales al pasto

 

 

Corten y coman los trozos,

cenen a panza repleta

que mi carne les sacie el espanto,

sufrida hambreada jauría.

Han visto, les dejo mis partes

tan limpias como blanca vajilla;

mastiquen los muslos, de apoco,

ahonden hasta cansar la barbilla.

Es suyo mi cuerpo agotado,

abandono del destino a las bestias,

la tundra no ha dejado comida

y surgen, las horas, desiertas.

Coman de mí, ya parto,

caliente esta sangre los baña

y, en caso, que comieren mis hijos,

¡se ahoguen, bien, con mi picha longeva!  

 

 

 

¡Qué mierda de porqueriza!

 

 

Qué puerquito eres,

un puerquito.

Olfateas escasas tetas,

recién asomadas;

bacalaas carnes sonrosadas.

Desde penumbras apesadumbradas

sórdidos, tus ojos, contemplan

el promontorio meloso de la zanjada.

Puerquito narigudo,

eso eres, puerquito,

como el deslizado amigo del rayado Winnie Pooh.

A los saltos por la selva edificada

tu puerca pezuña avanza;

de dulces y paletas, el chanchito, se arma.

En sus cartucheras

mil otros dientes guarda,

por si entre las puercas sombras

sus dentelladas fallan. 

 

 

 

Ominoso poema

 

 

Lorna sujeta sujetos sujetados de ira,

en Babilonia Editorial.

                                 Nevermind.

Del pistacho zepeliano, ni fu ni fa…,

                                                           los pitufos, menos.

Sam ha dejado de tocar otra por los ruidos molestos.

                                                 Estreptococos en botella de las tres y cuarto

y una media rasgada de lycra.

Presumido, El Sacacorcho y su centro, bien echado, de dolmen.

ETA me vuela el mate.

                      No sé, ¿y vos?

DEPENDENCIA DE SERVICIO, SOLO PERSONAL AUTORIZADO.

Sinónimo ultradimensional de parafina: Archaeopteryx, europio (EU), dodecaedro, comechingón, en ciernes; Ziplocs; Bonanza, la serie.

Poetas eran los de antes,

                                       ahora son meros kamikazes de la perestroika.

Licuefacción.

                      End.                   

 

 

 

 

Papanicolaou

 

 

Fornicar entre corchetes,

desde un estornudo de cadera apolillada

hasta el piélago del otro,

no es coger.

Menos que menos, echar un polvo xanadú

por la vertiente plana del ojo.

“Arde la entraña…” expresó Matilde, en el intersticio

de un papanicolau de colibríes homicidas;

punto y aparte, gozó.

No se la puede poner por poner, vos lo sabés…

A caballo, se acaba rápido, más si va sentada Madonna en shorts

y es ignominia no presenciar la cosa.

Total, culea el gordo, entre asteriscos mañosos y comillas españolas,

como un guasón huracanado o un coya sin su llama.

En tobogán de ambarinas luces se hace el amor;

suspiro de montaña empinada,

aleteo del femoral contraído, demiurgo del tácito encuentro,

amatista a horcajadas del alma.

Para follar es bueno el Euro y el Scania doble cabina,

(en teoría).

La mamma no se clava, ni en la cruz de Caravaca,

ni siquiera es factible espiarla por la hendija de la galaxia,

dicho sea de paso, ¡qué macana!,

deshago la paja: a, j, a, p.

 

 

 

 

La vida es una mamada

 

 

 

Chupa el Triángulo de las Bermudas

galeones cojudos y avionetas bien piloteadas.

Chupan los milicos en autos verdes; verde oscuro aceituna

y a la hora trotskista que sea.

La Paola chupa, entre el fresno tupido y el sauce que llora desencuentros;

despacio chupa,

al desliz de la gaza  lengua en la noche.

Chupa, con sigilo isleño, el chupacabras vertiginoso

y hace fina cadera en las fintas de la escapada gallinácea, chupa.

El de la barra, solitario e índigo tulipán, chupa

tequila volcánico del golfo de México,

a esponjosa boca y suerte echada,

lo hace.

Chupan los ovnis, con rayos tractores y artilugios a la moda;

después de Dwight Eisenhower, los “almendrados”

todo lo chupan.

Y me chupa uno si tu mujer no la…; ella sabrá, después de todo.

Una hipérbole de tristeza es cuando el cajero chupa

los billetes magros de tu sorbida realidad.

Peor aún,

el agujero negro también chupa y como chupa

esa bocacalle de destellante negrura a la misma buhardilla del gueto sideral.

No crees, acaso, que

¡toda la vida turra es una apoteósica mamada!

 

 

 

 

Supermercado chino

 

 

Ya no compro en los chinos:

manteca, dulce de higo, destapa cañerías,

bombas de humo, batatas o atún desmenuzado.

Ni siquiera, repasadores purpúreos anaranjados,

fósforos Patito, escarbadientes (los de plástico duro),

pate de foie, turrón del año pasado, sandalias baratas,

detergente Camello para ropa fina,

un bidón de lavandina, jamón cocido,

ni hamburguesas de a dos.

Tampoco aceitunas descarozadas…, no.

Bolsas de agua caliente, paltas chilenas o disfraces de Optimus Prime;

ni modo.

¡Esta todo condenadamente caro!

Amarillos desteñidos, se avivaron.

Mañana migro al coreano.