sábado, 8 de junio de 2024

 PODER


Si pudiera destejer mi vida...
Encontrar la manera hasta ser ovillo,
vellón blanco, cuero de oveja,
alma lanar, misterio.
La mota imperfecta en el pliegue
del ayer; un hilo, muy delgado, de mí.
Ser un canto llano y sin repechos, sin nervaduras apretadas en las notas o un ritmo tumbado en el olvido.
Una flor hacia atrás, al brote lascivo que monta su tallo, flujo vespertino al cuenco de la tierra.
Una semilla de sicómoro con alas de mariposa, con la curiosidad de Zaqueo y los soñados racimos de tempranos higos de julio.
Si pudiera entretejer mi carne con la muerte y ser un refajo de bayeta en la cintura del tiempo.
Una refriega a los evos que despliegan peajes en la transitoria fecundidad del ambarino negro.
Reencontrarme en el sancocho de tu plato, encima de tu falda cuadrilllé y en tu mirar que despunta azorado.
Atravesar el ojo de la aguja con un pabellón de locos despoblados de ansiedad, con un ático de terrosos matices o un rellano de balandros, sin amarres y a mercer del viento.
Si pudiera... escribrir verdaderas locuras con febril desdoblamiento y volver al punto donde todo comenzó, lejos de este día medroso e impreciso.
Ser casa sin hipoteca, ser mueble separatista, ser espina atemporal y adulada madera, ser un silbido en sí menor enhebrando estratocumulus, ser infecta forma en el estaño blando, ser los latidos de un pollo antes de la inminente decapitación.
Si pudiera empezar de nuevo y entender de que se trata este circo de la histeria.
Hablar con poesía en las piernas ensombrecidas, llorar entre letras deformes, enfermar sin privilegios de una casta estelar, escribir ante espejos que no reflejan más que al rojo alienado.
Volver a mí, después del viaje en espiral que es una vida sin pausas. Del rulo a la cigota, de la galaxia al agujero negro, del cisma al intersticio, del ojo a la contemplación sistémica.
Si yo pudiera...
Comprender el nudo de mis dislates y, con dedos temblorosos, desatarme del pensamiento para, al fin, descansar.