viernes, 28 de junio de 2024

 



SONRISAS SECAS

(Evocando al maestro Thomas Ligotti)


Soportar la sordidez de las marionetas gastadas.
Las que, por ojos, llevan botones cachados; por manos, infaustos intentos de dedos y espantosos muñones arremangados de carne.
Marionetas extrañas, con sudaderas de hard rock y stratos hechas de madera balsa. Bajo la luz lunar esas caderas cobran vida y bailotean con cinismo de muñeco en bancarrota.
Marioneta de bailarín de tap, con galera y diminutos zapatos blanquinegros de charol , un tajo por sonrisa y el infinito vacío de sus ojos mal pintados.
¿Seremos todos marionetas de hilos entrelazados? Me pregunto, mientras el humo, con sus filamentos difusos y un alma en pena de polilla y lumbre, busca hacer nido en el cielorraso.
La marioneta de Marilyn ha perdido su laca y del destello glamoroso resta una pátina de hundida tristeza y dejadez.
¿Me mira o solo me parece? La muy puta...
La tarde muere, ha recogido sus velas doradas y aparece el púrpura de la nueva sangre. La tarde muere, devastada, para siempre.
¿Acaso, la del rincón, tapiada por brazos y regordetas piernas de otras marionetas destripadas, es la de siempre?Mi marioneta.
Tiene ese rostro intergaláctico, promiscuo y abandonado, conjurado por las sombras en la muchedumbre de sus apelmazadas hermanas. Por otra parte, la cortina se está cerrando y me cuesta distinguir sus intrincadas anatomías.
Cabe decir que mi marioneta no es cualquier muñeco, ni un incierto amasijo de tendones de madera y ropas de utilería, no. Hay un hálito de vida en ella, un espejo que late y se perpetúa.
Algo arde...
Es posible que haya fósforos encendidos en mis pies, trepan desde el cuero de las suelas como las iguanas que escalan hacia la vida.
Les decía..., esa marioneta, entre cuerpos inertes y despieces, es la penumbra misma, un sello inmortal y el doppelganger en miniatura.
Es que habrá otro tiempo, más allá de este. Anocheceres completos encima de diferentes muebles: modulares de maderas poco nobles, robustos de teñido cedro y finos y lustrosos Luis XV reacondicionados.
Una lengua roja azulada se enreda en el rincón y consume el cortinado como si su hambre fuese un abismo.
¿Quién sabe qué ojos han de contemplar el cuerpo chamuscado y el éter candente de estas marionetas? Solo el torvo Dios del destierro conoce adonde van las almas de madera tras su deceso.
Parece gemir la marioneta payaso, se retuerce en sus dobleces coloridos de tela. Su boca bermellón se desgarra, su botón narizudo cae derretido por las llamas y hay un grito sordo, en manada, que perdura instantes rocosos en mis oidos.
Hace calor, mucho calor. He de quitarme la piel y los huesos... busco salir del infierno, mas desnudarme de mi materialidad no me salvará.
La boa escarlata se enrosca por las paredes, por la araña y sus caireles y las sillas de altos respaldos que se encienden como un árbol de navidad.
Los endiablados ojos de las marionetas buscan mis ojos explotados para encontrar un por qué. El cuarto es una chimenea y el bramido no es de las llamas sino de los espíritus trastocados que crujen.
Por afuera crece la noche en el vencindario dormido, dos perros se buscan como pedazos de imánes o mentiras que se encuentran en un callejón.
Seguramente, alguna criatura desvelada y penitente habrá llamado a los bomberos.

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viernes, 21 de junio de 2024




 Posibilidades

Es posible un tranvía en un florero arlequín;
un portero delicioso como jinete de la siesta gris, es…
Carbón púrpura, es posible,
en el entripado corporativo de un obrero que disiente
en Birminham o, quizás,
más acá del aliento fabril.
Es posible indultar a la noche de sus estrellas temibles;
el adjetivo níveo, helicoidal,
detrás del pellejo carpido en un otoñal delirio de Chéjov.
La otredad es posible en imprecisas ensaladas de fruta marsupiales.
Y en los manglares de la visión, por encima de los aleros del miedo,
es posible discernir un incierto arrebol de corrosivo pico de cuervo.
Posible la coma, un lívido punto, la diéresis
en la ambigüedad de los huesos, esos,
que desconocemos.
Además del objeto indefinido y la expandida novela de los cuerpos en espejo,
es posible disentir con la representación del cuento.
Como es posible saltar del rascacielos aquel a una olla de puré de tomates y
renacer en el tuco del momento.
Lo posible está en tus ojos de cemento, cuando miras mis palabras y las sepultas
sin mediar sepulturero.
Nada más quitarnos la ropa, lo posible yace en el agujero negro del que convergemos
un tanto anarquistas y siniestros.
Aunque imposible pueda ser el beso que nos daremos en abril,
antes de enero,
como superfluos amantes monocromáticos de un marzo forzado
y a medio tiempo de los sueños.
Porque es posible retacear a la muerte su ducha de cencerros
y atravesar la cerrada noche como fantasmas de hielo
en acre murmullo de los inefables cuerpos.


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 METAPOESÍA (poesía que se interpela)

Estoy hecha de palabras.
Del acento, tácito, en la melancolía.
Del trémulo papel y la exaltada pluma.
De ojos de perro
que, desde muy abajo, atisban un arriba.
Hecha de pasiones e inequívoca
inflacion en las sílabas.
De un pensamiento
que incendia y retuerce la mano
y, de pronto, se vuelve poesía.
Soy un resquício, la instancia,
nebulosa del espíritu,
un rapto de megalomancia
que advierte con rimas labradas
un camino...
Otra vida, en voz alta.
Hecha deshecha
y maltrecha en sus líneas;
catigada por el olvido
y la imperturbable distancia.
Poesía..., cascada,
insatisfecha en el devaneo de los términos.
Que se desdice o afirma,
vuelca y recoge.
Ambigua en los versos,
si lo ambiguo desafía
y hasta maldice por los
malditos parias del momento.
Soy la belleza con ritmo,
un destino en el lenguaje,
la expresión líquida de un beso ojival.
Y varios galones de llanto
destilado.
Soy el verbo.
El espanto de los puntos suspensivos
en suspenso punitivo.
Una vertiente al metro,
que ya no es tanto.
La elegía del teatro grecoromano
donde la muerte
y el penar humano
son poetas de la trágica vida.
Soy poesía,
de la aureola y la nube,
de las musas y las vides.
Desolada en la cuartilla
de arreboles tinta.
Solo poesía...
Una trova, el romance, oda,
la lírica.

 




PÚLSARES LIGEROS

Espero
en lo somero de tu mirada
un atadercer de palabras.
Que tu boca indivisible
arriesge deslaves al gesto.
Comulgar en tu frente,
altar de lejos,
vestíbulo blanco en fugados destellos.
Desde el acantilado cuello,
sereno,
ante tus senos sueño
enclaves en fa de acotados agostos
que recalan en tu pecho.
Por los siglos,
espero
la partícula de tu vientre
en el universo.
Lo intangible y sublime,
lo que fue nuestro, pero...
Acercar un latido
al redactar un convenio de litografiados roces,
a conciliar aquellos besos,
como sea,
en sinuosos pulsares ligeros.
Lo que fue nuestro
entre vigilias y luna,
desde el consonante deseo
a la vocálica estrella;
todo lo nuestro
yo espero.
Pero solo hay ecos y resuellos
en el repique de tus pasos,
en el ébano de tu cuerpo
que ha urdido
el incesante destierro.
Pese a tu espalda de noche,
a tus vacuos pensamientos
y al doblés, pagano,
de tus besos,
espero.
Lo inmarcesible en lo marchito
e isomnes milagros
de pagarés al vuelo.
Como pájaro del silencio,
lo que fue nuestro
yo...

Esta entrevista abarca grandes temas actuales y va más allá de la mera innovación, nos deja un mensaje trascendental. Muchas gracias a los creadores.


La Fórmula del Éxito - Podcast

sábado, 8 de junio de 2024

 PODER


Si pudiera destejer mi vida...
Encontrar la manera hasta ser ovillo,
vellón blanco, cuero de oveja,
alma lanar, misterio.
La mota imperfecta en el pliegue
del ayer; un hilo, muy delgado, de mí.
Ser un canto llano y sin repechos, sin nervaduras apretadas en las notas o un ritmo tumbado en el olvido.
Una flor hacia atrás, al brote lascivo que monta su tallo, flujo vespertino al cuenco de la tierra.
Una semilla de sicómoro con alas de mariposa, con la curiosidad de Zaqueo y los soñados racimos de tempranos higos de julio.
Si pudiera entretejer mi carne con la muerte y ser un refajo de bayeta en la cintura del tiempo.
Una refriega a los evos que despliegan peajes en la transitoria fecundidad del ambarino negro.
Reencontrarme en el sancocho de tu plato, encima de tu falda cuadrilllé y en tu mirar que despunta azorado.
Atravesar el ojo de la aguja con un pabellón de locos despoblados de ansiedad, con un ático de terrosos matices o un rellano de balandros, sin amarres y a mercer del viento.
Si pudiera... escribrir verdaderas locuras con febril desdoblamiento y volver al punto donde todo comenzó, lejos de este día medroso e impreciso.
Ser casa sin hipoteca, ser mueble separatista, ser espina atemporal y adulada madera, ser un silbido en sí menor enhebrando estratocumulus, ser infecta forma en el estaño blando, ser los latidos de un pollo antes de la inminente decapitación.
Si pudiera empezar de nuevo y entender de que se trata este circo de la histeria.
Hablar con poesía en las piernas ensombrecidas, llorar entre letras deformes, enfermar sin privilegios de una casta estelar, escribir ante espejos que no reflejan más que al rojo alienado.
Volver a mí, después del viaje en espiral que es una vida sin pausas. Del rulo a la cigota, de la galaxia al agujero negro, del cisma al intersticio, del ojo a la contemplación sistémica.
Si yo pudiera...
Comprender el nudo de mis dislates y, con dedos temblorosos, desatarme del pensamiento para, al fin, descansar.