SOY ESCRITOR
"Nunca subestimen al lector, merece lo mejor de nosotros"
domingo, 11 de agosto de 2024
jueves, 25 de julio de 2024
COSAS CERTERAS
MUNDO GUANACO
viernes, 28 de junio de 2024
SONRISAS SECAS
viernes, 21 de junio de 2024
Posibilidades
METAPOESÍA (poesía que se interpela)
PÚLSARES LIGEROS
Esta entrevista abarca grandes temas actuales y va más allá de la mera innovación, nos deja un mensaje trascendental. Muchas gracias a los creadores.
La Fórmula del Éxito - Podcast
sábado, 8 de junio de 2024
PODER
Si pudiera destejer mi vida...
Encontrar la manera hasta ser ovillo,
vellón blanco, cuero de oveja,
alma lanar, misterio.
La mota imperfecta en el pliegue
del ayer; un hilo, muy delgado, de mí.
Ser un canto llano y sin repechos, sin nervaduras apretadas en las notas o un ritmo tumbado en el olvido.
Una flor hacia atrás, al brote lascivo que monta su tallo, flujo vespertino al cuenco de la tierra.
Una semilla de sicómoro con alas de mariposa, con la curiosidad de Zaqueo y los soñados racimos de tempranos higos de julio.
Si pudiera entretejer mi carne con la muerte y ser un refajo de bayeta en la cintura del tiempo.
Una refriega a los evos que despliegan peajes en la transitoria fecundidad del ambarino negro.
Reencontrarme en el sancocho de tu plato, encima de tu falda cuadrilllé y en tu mirar que despunta azorado.
Atravesar el ojo de la aguja con un pabellón de locos despoblados de ansiedad, con un ático de terrosos matices o un rellano de balandros, sin amarres y a mercer del viento.
Si pudiera... escribrir verdaderas locuras con febril desdoblamiento y volver al punto donde todo comenzó, lejos de este día medroso e impreciso.
Ser casa sin hipoteca, ser mueble separatista, ser espina atemporal y adulada madera, ser un silbido en sí menor enhebrando estratocumulus, ser infecta forma en el estaño blando, ser los latidos de un pollo antes de la inminente decapitación.
Si pudiera empezar de nuevo y entender de que se trata este circo de la histeria.
Hablar con poesía en las piernas ensombrecidas, llorar entre letras deformes, enfermar sin privilegios de una casta estelar, escribir ante espejos que no reflejan más que al rojo alienado.
Volver a mí, después del viaje en espiral que es una vida sin pausas. Del rulo a la cigota, de la galaxia al agujero negro, del cisma al intersticio, del ojo a la contemplación sistémica.
Si yo pudiera...
Comprender el nudo de mis dislates y, con dedos temblorosos, desatarme del pensamiento para, al fin, descansar.
miércoles, 24 de abril de 2024
Casa
La
casa, con sus pesares,
se
enjuaga de sombras
cada
tantos atardeceres.
Rechina,
cruje, zozobra en sus cimientos;
se
estremece de presencias.
Arrastra
su reuma de tragedias
que
escabulle el sueño entre sus aleros.
Es
la argamasa que habla entre sus quebradas paredes
y
cada ladrillo, en su retruque con el viento,
despliega
la jerga de los pueblos que han ido muriendo.
Por
la bruma de la desolación desparecen objetos
y
las luces galopan la noche, atemporales e intransigentes,
gélidas
como la vasta negrura del campo.
Mientras,
al pasar, se santiguan los que pueden
y
nunca faltan los consabidos respetos
al
caer el sol desorbitado, arreado por los espíritus de la noche.
Es
notable ese muestrario de sobrecogido apuro
en
esos parroquianos que, por devotos,
se
enlutan sin asco ni tiempo.
La
casa y sus espíritus se han desvencijado de risa
hasta
el regocijo de sus jambas,
sus
antepechos y canaletas, sus estatuarios mármoles,
tras
maldiciones de comadres con sedas al cuello
y
su batallón de ajadas estampas.
Comprendida
y soportada
por
la carcoma del mohoso entablado,
y
las ventanas que, sin causa, se agitan;
es
la casa arruinada… errabunda,
porfiando
su historia extraña.
En
la polvorienta buhardilla
o
en esos caireles, que aún se sostienen,
danzan
fantasmas inoportunos alienados de niebla,
aturdidos
de grillos,
redundando
en el silencio de una muerte esquiva.
Tras
un puñado de ocasos, se lava de espectros la casa;
se
despabila de sus muertos, los ahorcados y los enfermos,
los
degenerados… los inocentes niños idos;
aquellos
que pretendieron poseerla y, entre tantos,
la
pareja de vascuences migrantes,
sus
últimos y apesadumbrados dueños,
que
lacran el cementerio del eterno otoñal jardín trasero.
Carraspea
la casa, se retuerce y enerva,
cual
cadalso en el olvido, o arcón henchido de carteados momentos;
hasta
que toda oscuridad se aquiete,
se
llame al orden, se volatilice y consuma
o,
por fin, duerma.
Ecosistema
de puro amor (a mi hijo Vladimir)
En un suspiro de luz la
vida
nos fundió,
nos pegó, amalgamó, nos
unió.
Engarzó como a dos joyas de
alma y carne.
Nos ha adherido a un
propósito de paz,
y con el símbolo del
infinito nos convergió.
Fusionados, combinados y mezclados,
mas nunca por el camino de
los disgregados.
Esta magia nos juntó y
aglutino: en un llanto, en un beso,
en una conspiración de
cachetes tibios.
Así de conectados, aunados,
aliados y federados,
nos sentimos cuando estamos
sujetos
y atados por tanto amor.
Algunos citan: confabulados;
otros aseguran: entrelazados;
yo retruco: ¡incorporados,
ensamblados, anexionados!
y, sin duda,
solidificados en la mutua
reivindicación de padres e hijos.
Acá estamos: vinculados,
adosados y adjuntados,
todo el tiempo, contiguos y
tan encariñados
como vecinos de un mismo gen
abrazando un mismo árbol.
Cosidos y entretejidos, allá
vamos,
tan felices por engrudados,
tan ensimismados…
en un ecosistema de piel y
comunión imposible de ser separado.