Economía. Miguel Ángel Flores Manzo
Ecosistema digital post-pandémico
Sin duda esta pandemia
global aceleró de manera exponencial el proceso de digitalización del dinero en
papel. Nos sumergió de lleno en el universo virtual, desde las
videoconferencias al teletrabajo, la masiva interacción en las redes sociales y
las interminables ofertas de estudios a distancia. Tanto aprendimos
a consumir artículos varios desde la comodidad de nuestros hogares, como a
viajar por el mundo en video que internet brinda. Somos ese usuario curioso,
desde la seguridad de su computadora, merodeando por el Street view del Google
maps.
Desarrollamos, una nueva
manera de convivir con las sillas, sillones, banquetas y sofás. De comprender,
además, nuestras cuatro paredes como espacios vitales y de supervivencia.
Y, por suerte, a nuestros seres queridos
como fundamentales. Pero, por sobre todas las cosas, nos interconectamos
en una novedosa realidad virtual llena de incertidumbre para algunos y aventura
para otros.
Ahora somos contraseñas,
perfiles y cuentas varias. Nuestro dinero se expresa en números en las
pantallas fluyendo de aquí para allá entre servidores. Nuestras fotos, los
datos y algunos sueños se empezaron a almacenar en las nubes. Dicho sea de
paso, quien bautizó nube al servidor informático, es brillante. Dotar de ese
nombre tan sutil a un artilugio que es capaz de almacenar cada byte de nuestros
gustos, nuestra vida, nuestro pasado y nuestras afiliaciones es sencillamente
una genialidad del disimulo.
Hemos perdido muchas
vidas en esta pandemia impiadosa, muchos quebraron sus negocios y otros
intentan encontrarse a sí mismos, como los que son víctimas de un huracán o
tornado. El brutal sacudón de la tempestad los deja entre escombros heridos y
desorientados. Así deambulan por la devastación, juntando su alma con sus
enceres, sin noción clara de futuro.
Si algo hizo con
quirúrgica precisión esta tremebunda pandemia es sumergirnos a todos en este ecosistema virtual. Esta geografía de
dispositivos tupidos de aplicaciones que nos muestra un frío paisaje, especialmente, en el orbe de las
finanzas. Alguna vez el dinero se respaldó en el oro; después de Nixon,
en el petróleo; ahora en los servidores y las computadoras generándolo de
acuerdo a las fluctuaciones del mercado.
El corresponsal bancario
que antes nos ayudaba como un puente entre en los clientes y las entidades
financieras, ahora está en nuestros celulares por el arte de magia de las
aplicaciones. ¿Nos hace sentir poderosos nuestras billeteras virtuales y
la rapidez con la que generamos transacciones? Despertarnos una mañana y vemos los
números allí, en nuestras cuentas, por la gracia del subsidio del estado o
de nuestros empleadores físicos/virtuales. ¿Simplifica esto nuestras vidas sin
delegar nada?
En este ecosistema post
pandémico que heredaremos, un viaje en compañía de otros aventureros dentro de
la plataforma zoom, puede ser antiséptico, entretenido y seguro. Aunque apeste
a fritura de nuestra cocina y los rayos del sol acariciando nuestro rostro
provengan de la lámpara de luz del cuarto.
Lo creamos o no seremos
tan virtuales como debamos ser, a fin de acompañar a esta nueva realidad
aceitando sus engranajes. Nuestras citas amorosas con Face Time o Whatsapp
podrán tener luz de velas acompañando una buena cena en las videollamadas y podremos
hasta llegar a imaginar el chin chin de los cristales al acercar un brindis a
las cámaras de los dispositivos. Ahora bien, veamos con atención algunos
datos interesantes del ecosistema digital pandémico:
Las celebraciones religiosas nos hallarán en
salas de Facebook live, Instagram u otro cibersitio. El pastor salvadoreño René
Molina citó: “Serán servicios sin personas, pero transmitidos para poder llegar
hasta donde usted se encuentra a través de la tecnología”.
Por otro lado, las aulas
físicas en los colegios hoy permanecen vacías y mientras algunos intentan
encajar en este nuevo sistema de enseñanza, otros se arriesgan a las nuevas
herramientas virtuales y conceptos como el planteado por Juan Armando Sánchez,
profesor titular en Bogotá, quien sostiene: “El curso dejó de ser una lista
de chequeo de temas, que yo incluía en programas y charlas presenciales, y se
convirtió en paquetes de actividades orientadas en dejar mensajes perdurables
en el estudiante”.
En cuanto a las finanzas,
Freddy Castro Badillo, director del programa Banca de las Oportunidades,
propone la meta de bancarizar al ochenta y cinco por ciento de los colombianos
adultos antes del 2022. De acuerdo al periódico El Mercurio de Chile, sobre una nota de febrero del 2020, los
chilenos han incrementado la frecuencia de compra mensual por internet por la
alta bancarización (Arriba del setenta y cinco por ciento de su población). Así
mismo decrece sin pausa el uso de dinero en efectivo, derrotado por el medio
digital y sus variadas propuestas como mercado pago, billeteras virtuales y las
aplicaciones que ofrecen los bancos En argentina se avanzó, a través de
una importante asistencia del Estado a la inclusión de un vasto sector de la
población que permanecía fuera del sistema. Desde la omnipresente asistencia
del ANSES, en pocos meses se impulsará a cuatro millones de personas a
bancarizarse. De esta manera muchos argentinos podrán entran en este nuevo
mundo del dinero digital. Fernanda Raverta, titular de la entidad indicó:
“La idea es que podamos finalizar este cronograma con el cien por cien de
hombres y mujeres bancarizados. Esta situación es muy dinámica y vamos a seguir
haciendo cuestiones que acompañen a las familias, entonces es importante que
todos tengan su CBU".
Sin duda alguna nuestras
vidas cambiaron significativamente, en este nueva realidad virtual, la
interconectividad será esencial. Los celulares serán portales al multiuniverso
de las interacciones humanas y las transacciones. Todos seremos absorbidos por
el sistema más temprano que tarde, o quedaremos tan aislados como un eremita en
una cueva.
La bancarización masiva
es la gran madre de las realidades, más que el amor chateado, las neosociedades
on-line o la educación virtualizada. El dinero, esta adictiva necesidad que la
humanidad ha creado, ahora se soporta y se respalda en servidores dispersos por
el planeta y a la buena del mercado. Si algo logró esta pandemia es meternos a
todos tan adentro de esta matrix. Lo virtual se nos hace tan familiar como las
begonias de las macetas en el jardín. Y que Dios nos asista si no logramos
escanear con precisión el código QR para pagar los víveres en el almacén. Antes
que la interconectividad del 5G. lo absorba todo, sería oportuno comenzar
a asimilar este suceso virtual al que nos dirigimos todos tan aprisa como se
puede.
Bienvenidos todos al
maravilloso y oportuno ecosistema digital post -pandémico.