viernes, 26 de enero de 2024


 

A Borges (ceguera de plena luz)

 

Solo pido estar

en las tinieblas de tus ojos

estandarte de la moderación, axioma impostergable.

Para contemplar la pura inteligencia de Anaxágoras

donde hay algo de todo en todo.

Allí, donde Pitágoras de Samos, en el proscenio,

dialogare con tu estampa.

Imaginaria del saber de Alejandría,

de Apolonio y su lírica; acervo del mundo

que conmueve cada anaquel del alma.

Dime si te honro en estas letras postergadas

de lo contrario que Recabarren juzgue

y el Negro me extermine si es vana,

hermética o ilusoria mi payada literaria.

Cuéntame de Caronte pues seré errante sombra,

Jorge Luis que tanto amaste a Kodama.

¿Cómo llego a ti?, que desde la orilla contemplas

al barquero de los óbolos remar en su barcaza.

Ven a mí, arrullo que reverbera en las frases del alba,

tu humildad me troca en lágrimas, mi Borges anhelado,

por enésima vez, El Aleph me llama.

Mundo, tiempo y derredor;

telarañas de la ubicuidad y espejos que no reflejan nada.

Sentenciaste a la poesía a padecer tu ausencia

y a los poetas a una sombra extraña.

Dame al fin tu ceguera, maestro de las palabras.

Seré el cuarto para un triunvirato en penumbras

que velan en espíritu

incunables de la biblioteca, herencia del  mañana.