A Borges (ceguera de plena luz)
Solo pido estar
en las tinieblas de
tus ojos
estandarte de la
moderación, axioma impostergable.
Para contemplar la
pura inteligencia de Anaxágoras
donde hay algo de
todo en todo.
Allí, donde Pitágoras
de Samos, en el proscenio,
dialogare con tu
estampa.
Imaginaria del saber
de Alejandría,
de Apolonio y su
lírica; acervo del mundo
que conmueve cada
anaquel del alma.
Dime si te honro en
estas letras postergadas
de lo contrario que
Recabarren juzgue
y el Negro me
extermine si es vana,
hermética o ilusoria
mi payada literaria.
Cuéntame de Caronte
pues seré errante sombra,
Jorge Luis que tanto
amaste a Kodama.
¿Cómo llego a ti?, que
desde la orilla contemplas
al barquero de los óbolos
remar en su barcaza.
Ven a mí, arrullo que
reverbera en las frases del alba,
tu humildad me troca
en lágrimas, mi Borges anhelado,
por enésima vez, El
Aleph me llama.
Mundo, tiempo y
derredor;
telarañas de la
ubicuidad y espejos que no reflejan nada.
Sentenciaste a la
poesía a padecer tu ausencia
y a los poetas a una
sombra extraña.
Dame al fin tu
ceguera, maestro de las palabras.
Seré el cuarto para
un triunvirato en penumbras
que velan en espíritu
incunables de la
biblioteca, herencia del mañana.