Ocasiones
A
veces, son besos;
otras,
la deliciosa penumbra.
Repentino
aleteo
de
la trémula presencia
invade
el sueño,
devela
aquellos ritos
de
los amantes del tiempo
estacionado
en doble fila de los apurados silencios.
A
veces, las risas;
otras,
son
solo cuerpos,
deslizan
sus roses,
se
parapetan en pensamientos
abrumados
por el incesante repique del deseo.
Complicidad
de la bruma
del
carrusel solitario
donde,
tímidamente,
y
en un destierro de razones,
solíamos
besarnos.
A
veces… los grillos,
corcheas
de inquietos dedos,
marcan
el ritmo para la piel del invierno,
desnudada
de pasillos,
alcobas
o buhardillas,
sometida
al íntimo compás en los labios de fuego.
Otras
veces,
la
trama de una pasión desleía,
en
un aljibe de lágrimas,
en
una sombra desglosada, aterida,
por
una calma de amantes,
inoportunos,
desvencijados,
que
en estrellas fugadas de promesas
y
en letargo, se vacían.
Aunque,
a veces,
hay
corazón;
mientras
que, otras,
el
estigma azulino de las longevas palabras,
aguardando
por aquellas cartas
nunca,
jamás por siempre,
escritas.