martes, 2 de febrero de 2021


  

1.000  seguidores dono  por un beso verdadero

 

 

¿Cuántas caricias virtuales hacen falta para generar el calor producido por  una suave mano pasando por las mejillas? ¿Cuántos emoticones con besitos de corazón son necesarios para emular la tibieza de unos labios humanos? ¿Será que nuestras emociones escaparon por el sistema nervioso y fluyen ahora  por las fibras ópticas?

Bastó una pandemia para terminar de imponer el amor on line y las relaciones a distancia. Sentado ante mi ordenador, en la soledad de mi cuarto, cavilo universos de equivalencias. ¿Cuántos me gusta se debe  sumar en las redes para sentir lo mismo que produce el abrazo de un amigo, la mirada frente a frente de la persona amada, la sonrisa de un hijo cuando se lo besa en la frente al acostarlo? ¿Alcanzan cien emoticones para definir el colorido de nuestras emociones?

Hay tantas poses en Facebook o en Instagram como soledades, tantos filtros fotográficos como inseguridades. Ya nos duele la exposición, en el camino hacia la cima de los diez mil seguidores. ¿Cuántas tendinitis y síndromes del túnel carpiano padeceremos para acercar el amor al museo de cera de nuestra exhibición?

Pablo Rodríguez Fuente, 25 años, es cofundador de FaceDate (4.000 usuarios). Comenzó a funcionar hace algo más de un mes, pero ya ha notado un incremento de la actividad “de más del 35%”. “Además, ahora, los usuarios tardan muy pocos minutos en responder: están más pendientes aunque no se puedan ver físicamente”. Párrafo extractado del diario El País de Madrid.

Las aplicaciones de chat y citas on line como Tinder, Grinder o C-Date están de parabienes. La gente bucea un océano de perfiles buscando “encontrarse” con alguien agradable. Nunca antes el sexting fluyó con tanta ligereza como en estos tiempos, donde amar es ver, contemplar e imaginar posibilidades detrás de los parapetos de la  distancia.

Las conversaciones se incrementan entre los usuarios de las redes sociales, intentando llenar el pozo emocional que ha producido el aislamiento. Después de hacer match muchas personas comienzan a idealizar situaciones perfectas, futuros promisorios y realidades de película que trascienden el enfoque  encuadrado de la cámara web.

 ¿Cuántos perfiles más habrá que pasar para encontrar un atisbo de felicidad? ¿Nos hemos vuelto buscadores compulsivos de contactos? ¿No es una ironía una solicitud de amistad? Resumir a un símbolo (la solicitud en sí misma) uno de los mayores bienes de la sociedad.

El riesgo del contacto físico tiene mucho que ver con la valentía de vivir y superar todo obstáculo que nos lleve a una deshumanización. Cuando medito en silencio, pienso que será lenta la desconexión física del ser humano y su inmersión total en el universo virtual. A menos que, acontecimientos globales como la pandemia, aceleren aún más estos procesos.

¿Llegará el día que deseemos cambiar el millón de me gusta acumulados en las fotos subidas por una abrazo real y verdaderamente físico? Si así fuese, benditos aquellos que guarden el tibio sabor de un beso en sus labios.