martes, 23 de enero de 2024

 

Arte de regar con lágrimas

 

 

Temprano, cada mañana,

riega sus gazanias.

Desde el alma las riega

con lluvia de amargas lágrimas.

Pensar que amarillea

en anaranjados recuerdos,

y vuela, como ave vuela pintada de sol

con dolor floreciendo.

Azaleas y violetas

acompañan con el alba

labios de trémulas rosas

susurran y, a veces, llaman…

¡Hay cómo llaman!

mientras riega el jardín con sal de sus lágrimas.

Llama, con las arrugas de su frente,

la mirada en la distancia

y el reuma blanco de sus manos

que tiemblan pero, aún, llaman.

Destello en danza

entre petunias y lavandas;

su hombre bello, en estéreo,

le alcanza

al brindar sus gotas

por los canteros añoranza.

El caballero que riega viste larga bata,

vasta de promesas vacuas,

como su esperanza:

resignada, sumisa, amplia.

El nombre que de sus pétalos labios

en el riego escapa,

tempranea en el ramaje

y en la vigilia se alza

entre jazmines lacrados,

viajeros besos y amargas lágrimas

Al Don Juan, ojos de ámbar,

brazos de bruma, espalda bronceada,

evoca en cada suspiro

el caballero que riega:

margaritas contra el viento,

cenicientas azucenas

e imposibles gazanias.