martes, 23 de enero de 2024

 


Niño de barro

 

 

Con el alma en la puna,

recuerdo al niño

de la cara sucia.

Pelo greñudo

y piel de aceituna;

de barro, sus ojos,

soñaban la luna.

Sus pies, con el frio,

se volvían zapatos

de carne de niño

con piel de aceituna.

Arrastraba un ponchito

de algún telar con corazón,

para cubrirse en la puesta

del implacable sol.

Su piel, con hambre  

de caricias de madre,

andaba desnuda

por las calles del barrio.

Iba, entre las bajas casitas,

como canto en silencio,

aquel niño tranquilo

de la cara sucia.

Miraba, lejano, con ojitos de luna.

Y a pesar de la noche,

que hace piedra del hombre,

nunca lo vi

abandonar su sonrisa.

Como un estigma del monte

y una proclama de vida,

la llevaba pegada

a su carita sucia.

Mi niño de barro

y piel de aceituna,

te alcanza el recuerdo

con el alma en la puna.