Pinta, entre dudas, pinta
Pinta, ansioso, el ser,
el monumento a sus controversias
en los vacuos confines del alma.
Pincelada tras pincelada,
aflora el verismo de toda pasión mundana.
Su pictórica obra,
en desbordada desdicha,
lo acompleja, azota y desgarra.
Por ello, de cuando en cuando,
hiere a su cuadro con purpúreas estocadas,
en un dramatismo de matices
develando
un sinfín de preguntas que a sí mismas se plagian.
Pinta, el ser, pinta,
devenido a artista por su propia causa,
con temple de colores desleídos,
al óleo y al agua,
en cromática yuxtaposición
acontece, esforzada, la trama.
Porque pinta con desesperación y pinta
con proletaria hazaña,
con revolucionarias manchas
o con burguesa arrogancia.
Desencaja cada sombra, trastoca la vana imagen
pincelada tras pincelada.
Traza gruesas líneas
desde inciertas esquinas blancas;
mezcla raros colores, descubre ocultas capas y,
en la desarmonía de la forma,
sucumbe
su alicaída esperanza.
Como Giotto renacentista
el artista, sin relevancia,
sofoca paletas, a sus musas y
angustia,
en la perspectiva profunda que arroja el lejano friso,
como remate de las frías paredes,
en los más tristes confines del alma.