martes, 23 de enero de 2024

 




Luz de luna

 

 

Bañada en sudor plateado,

la mujer que ha fornicado,

camina por los pasillos

desnuda.

Desea, en los brazos de otro,

una vez más, ser poseída.

Y no se cansa, nunca,

nunca,

de la cópula que la somete

con salvajes embestidas.

Busca, a muerte, el amparo del azote,

el éxtasis en la asfixia,

a esos besos que riman duro

en un silencio de miradas homicidas.

Casquivana y engreída,

No se cansa, nunca,

del pecado en su vida.

Humedecida por dentro camina,

ardiente como la hoguera;

va sola, toda desnuda…

¿Qué busca?

en la noche afiebrada,

exudando luz de luna.

Todo hombre, un juguete;

los agota y los consume,

los desvela,

los despieza entre sus piernas

y los deja, sin remedio.

La mujer que ha fornicado

busca en otro su expiación;

su lujuria es la excusa

de dolores escondidos,

por ello,

toda desnuda,

acomete por los pasillos.

Habrá otras puertas, es seguro,

otros hombros, otras bocas

y otra espalda, tensa, para sus largas uñas.

La mujer que ha fornicado

se castiga con cada orgasmo,

se desvanece,

se licua;

camina por los pasillos

bañada en sudor plateado,

se limpia con luz de luna

y no se calma,

nunca.